El seguro de hogar es uno de esos productos que muchas personas contratan casi por inercia, especialmente si tienen una hipoteca, pero sin saber realmente qué cubre y cómo puede ayudarte en caso de imprevisto. Sin embargo, tener una buena póliza puede marcar la diferencia entre un simple susto y una factura inesperada de miles de euros.
En este artículo te explicamos qué cubre un seguro de hogar, qué tipos de daños se incluyen normalmente y por qué vale la pena revisarlo con atención antes de que ocurra un problema.
Antes de hablar de coberturas, es importante entender que un seguro de hogar suele dividir la protección en dos bloques principales:
Algunas pólizas cubren solo el continente, otras solo el contenido, y las más completas protegen ambos.
Aunque pueden variar según la aseguradora y el tipo de póliza, estas son las coberturas básicas que suelen incluirse:
Cubren roturas de tuberías, fugas accidentales, filtraciones o goteras. También los daños provocados a vecinos, muy comunes en comunidades.
Protege tanto el continente como el contenido en caso de incendio, explosión accidental o daños por humo.
Incluye daños por viento, lluvia, granizo o nieve, siempre que superen ciertos umbrales definidos por la aseguradora.
Cobertura frente a subidas de tensión o cortocircuitos que puedan dañar aparatos electrónicos, electrodomésticos o instalaciones.
Cubre el robo en el interior de la vivienda y, en muchas pólizas, también el hurto con violencia fuera del hogar (por ejemplo, si te roban el bolso o el móvil en la calle).
En caso de daños intencionados por terceros, ya sea durante un robo o por actos de vandalismo.
Una de las coberturas más importantes. Protege frente a los daños que tú, tu familia o tu vivienda puedan causar a terceros (por ejemplo, una fuga que daña al vecino o un accidente doméstico con terceros implicados).
Servicios de urgencia como cerrajería, fontanería, cristalería o electricidad, disponibles 24 h en muchas pólizas.
Además de las básicas, muchas aseguradoras ofrecen coberturas extra como:
No. Pero si tienes una hipoteca, el banco puede exigirte al menos un seguro que cubra el continente (es decir, la estructura). Aun así, no estás obligado a contratarlo con el banco, y muchas veces es más barato y flexible hacerlo por tu cuenta.